La Alfabetización Digital Productiva

¿Realidad o mera ilusión?

· Transformación,Digital,Educación

Según un informe de la OCDE, en Chile se encuentran los trabajadores con las peores habilidades digitales.

 

En febrero de 2002 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) emitió un informe que indicaba que Chile ha tenido una tasa de crecimiento de un 71% en el despliegue de fibra óptica, convirtiéndose en uno de los países líderes en esta materia en Latinoamérica.

Con esta cifra en mano, la lógica indicaría que, si somos un país con una gran demanda de fibra óptica, esto implicaría que hay un gran porcentaje de la población que no solo sabe de tecnología, sino que también la utiliza en su día a día, en especial post pandemia. Más aún, si se estima que hay alrededor de 26.3 millones de celulares conectados, lo que implica que cada ciudadano cuenta con 1,3 móviles.

Sin embargo, hay algo que se llama alfabetización digital productiva, en la que también lidera Chile, pero no en un sentido positivo. De hecho, de acuerdo a otro informe de la misma entidad, nuestro país cuenta con los trabajadores peor preparados en habilidades y capacidades digitales.

¿Cómo se puede explicar esta dicotomía entre el acceso al mundo digital, su demanda y la deuda que existe en el mundo laboral en cuanto a herramientas y capacidades online?

La alfabetización digital hoy en Chile es una mera ilusión, pero tenerla es tan importante como aprender a leer, entonces su formación debe partir en los colegios. Hoy, casi todas las suites, de grandes empresas tecnológicas como Google, Microsoft, son gratis para colegios. Es ahí donde el Estado debería convertirse en un articulador, un fomentador de la alfabetización de la población, ya que es una oportunidad para hacerse cargo de las desigualdades, incentivando y divulgando el uso de estas herramientas de acceso gratuito .

Bajo esto mismo contexto, la gente no ve lo digital como una herramienta de trabajo, sino más bien de conectividad y entretención, es decir, no lo traslada de manera natural al ámbito laboral. La pandemia, en ese sentido, ha acelerado el proceso de transformación digital en varias industrias, pero aún queda mucho por hacer, partiendo por agregar este vuelco a lo digital, al corazón de la estrategia comunicacional de toda organización. Es decir, es importante que las empresas dejen de ver lo digital tan solo como una acción que implica agregar canales y herramientas online en el negocio y para esto, el acompañamiento de expertos del área resulta clave y estratégica.

 

La brecha digital en el mundo laboral

En el ámbito del trabajo, cuando se trata de transformación digital, ocurre otro fenómeno que explica, en parte, por qué los trabajadores no están preparados en habilidades digitales.

La capacitación es vital para hacer crecer a los equipos y, lamentablemente muchas organizaciones tienen una mirada cortoplacista y poco estratégica en este sentido. Es decir, esperan que las personas que contratan cuenten con todo el expertise que se requiere en un cargo y no genera ninguna instancia de entrenamiento, ya que lo ve como una pérdida de tiempo, dinero y como un efecto negativo en la producción, pero los tiempos van cambiando, y también los skills que requerimos de nuestro personal. En Chile y latinoamérica somos muy poco productivos y queremos resultados distintos, haciendo lo mismo y sin entregar nuevas herramientas a nuestro personal.

En Chile tenemos el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence) que es un organismo técnico del Estado donde los costos que tuviste en capacitación, como empresa, los puedes descontar de impuestos. Sin embargo, este es un beneficio súper poco utilizado, porque generalmente lo gratis no se valora, pero eso ya es problema cultural.

Si quieres tener una empresa digital, necesitas que las personas que trabajan ahí sean digitales, no sirve de nada, meter tecnología, si no logras que las personas cambien su cultura, su chip. Y es un error solo centrar el esfuerzo en que los trabajadores sepan cómo usar una determinada herramienta. Hay que pensar cómo generamos un nuevo modelo de capacitación, con nuevas herramientas tecnológicas, que incentiven también a las personas a aprender.