Estrategias mal desarrolladas, enfoque sólo en lo digital y nula gestión del cambio; son las principales razones de porque las organizaciones fallan en la implementación de la transformación digital.
Desde que la transformación digital se hizo más conocida hemos podido apreciar que es esencial para la supervivencia de un negocio, teniendo que invertir tanto en iniciativas digitales como una correcta gestión de cambio, pero aun así los resultados esperados no se materializan a la velocidad planificada.
La realidad es que la transformación digital, en diversas ocasiones, inicia relativamente bien, pero fracasa a medida que avanzan en el camino. De hecho, según una investigación de Boston Consulting Group, el 70% de las iniciativas no alcanzan sus objetivos dentro de las organizaciones, y esto justamente se debe a una mala implementación y gestión de las nuevas tecnologías.
Existen tres principales razones que atribuyen el fracaso de la estrategia digital de las empresas:
- Estrategia mal desarrollada: Es un plan basado en lo que creen los líderes de la organización y no incorporan las reales oportunidades para mejorar la experiencia del cliente y de los colaboradores.
- Enfoque en lo digital: Al crear la estrategia de transformación digital los líderes sólo se preocupan de incorporar nuevas tecnologías, pero se olvidan de los otros aspectos relevantes, como, por ejemplo, la cultura digital, la visión de la compañía, ver de qué manera mejorar la experiencia del cliente y de los colaboradores, sobre cómo hacer más eficiente los procesos y gestionar mejor los datos.
- Gestión del cambio: No consideran la relevancia de la gestión del cambio y el impacto que tiene la implementación de una nueva estrategia en los colaboradores, y así poder anticiparse y reducir resistencia natural al cambio.
No existe duda alguna que la transformación digital es un proceso que toda empresa, independiente de su tamaño, debe implementar. Este debe ser acompañado por profesionales que se manejan en el tema, y aunque puede que en un principio las ideas fallen, las organizaciones y sus líderes deben entender que el riesgo de no volverse digital es mucho mayor que el riesgo de fallar.